Manifiesto.

lunes, 25 de mayo de 2009 en 16:27

Comenzaste a acomodarte la ropa lo más rápido que podías. Nunca te ha gustado que te miren sin filtros ni telas que detienen ojos de vistas incendiarias. Aunque te apresuraste en abotonar esa blusa, pude verte. Hubo un momento que estuviste lo suficientemente erguida, tu cuello estirado, tu rostro limpio, sin caretas ni mentiras piadosas. Volviste a ser la que eras hace ya un tiempo olvidado. Esa sonrisa ingenua, esa mirada de optimismo que siempre pones cuando estás en un lugar que te agrada. Amo esa mirada por sobre todas las cosas. Amo como sonríes cada vez que llega el atardecer en un día soleado y las nubes se pintan de amarillo, naranjo, rojizo hasta el negro absoluto.


-Deberías andar así todo el día- agrego a mi mirada pérdida en tu blusa. No, no estoy hablando de la desnudez misma, sino más bien espiritual. A la simpleza, a la honestidad, a las ganas de caminar y de reír sólo porque sí. Te pusiste agria hace demasiado rato y fresca, así como hoy, es como me gustas más. La piel irradia energía, deberías andar con esa blusa más veces en el mes.

Será el calentamiento global, pero estos días de sol alegran a cualquiera, aún no te pones esas horribles poleras de manga larga, porque tú, la mujer más friolenta de este lado del mundo, aún no ha comenzado a congelarse. Deberías vivir eternamente en verano, los colores fuertes te vienen.

Camina derecha, sonríe, recuerda que puedes respirar y andar por ti sola cuando otros no pueden hacerlo. Recuerda que tu cabeza siempre es una buena compañía cuando no decides auto flagelarte en la tristeza. Esos ojos nunca mienten o no lo hacían cuando te conocí. Cada día están con menos maquillaje y el labial rojo dicen que te sienta, aunque prefiero ese café que solías usar hace largo tiempo atrás.


Lee esto la suficiente cantidad de veces y quizás puedas ver lo que yo veo.



Stop Motion: desde el ocio, al ritual.

jueves, 14 de mayo de 2009 en 14:43

Ritual from Isabell3eb on Vimeo.

Smoke on the Water

martes, 12 de mayo de 2009 en 21:02


La pendiente siempre es la misma; aproximadamente 6 kilómetros de subida suave, pero constante, como el estilo que le encanta explotar a Snow Patrols en sus canciones. Cada vez que comienzo a pedalear por esa avenida siento que avanzo un poco más en un estado físico olvidado, en un estado mental olvidado. Dejé de andar en bicicleta durante una semana por desidia y siento que engordé en depresividad. Pedalear por estas calles es como retomar el camino indicado, aunque este a veces cambie de tráfico en las horas pick. Hay algo en especial en esta avenida, es particularmente extraña. Posee tres pistas de las cuales, la del medio, es tierra de nadie. Una que otra flecha señala –según la hora- cuál es el sentido indicado. Bipolar, como toda buena ruta.

Pedalee lo suficiente hasta llegar a una de mis alturas favoritas, los pies de la cordillera. Cuando aparecen los caminos de tierra, las casas emparceladas, los números con detalles, los portones diseñados y el olor a tierra mojada. Llegué a ese puente que parece perdido entre tanta conurbación, con sus maravillosas luces de antaño y sus parques de hojas amarillentas. Las gotas me nublaron el camino mientras me acercaba al lugar. Me nublaron tanto que casi pierdo la silueta de la curva. La tontera de salir igual cuando te dicen que lloverá. Qué diablos, ciega y todo, pasé a comprar algo que mi economía me dice que no debo hacer porque es un gasto totalmente INÚTIL, pero poético al más puro estilo choro: Los puchos.

Cometí esa clase de cursilería que sólo a veces me permito hacer: creer que estoy en una película, 35 mm, panorámico 2.33:1, la gente de FX encendió los ventiladores y las duchas de mentira, el viento sopla, las hojas vuelan, la lluvia moja como si fuera de verdad; el director me da unas pequeñas instrucciones y la cámara comienza a tomar una panorámica del lugar y luego en travelling, se acerca a la banca…

La cosa es sencilla, seguí pedaleando, la lluvia se desató, el caballero de las manzanas arrancó y mientras todos iban hacia abajo, yo subía. Me instalé en una banca con vista hacia la ciudad, saqué el pucho, lo encendí con suavidad y miré como las hojas se sacudían con el lagrimeo de la primera lluvia otoñal. A ratos me siento como esos viejitos que salen a pasear a las plazas, cada día entiendo más el asunto de buscar algo en qué pasar el tiempo. Fumé lento, me mojé, ví como todos los perritos huían hacia un lugar más seco y decidí que también debería partir. Snow Patrols suena en algún lado, pero ahora, de bajada, en los últimos 40 segundos.

Invisibilidad 15 min. aprox.

miércoles, 6 de mayo de 2009 en 19:27

Estuve debajo de las frazadas por unos 10 o 15 minutos. Cerré bien los ojos e intente desaparecer. Los primeros 5 sólo sentía el roce de la lana que comenzaba a generar electricidad, el resto del tiempo comencé a desmaterializarme. Necesitaba hacerlo aunque fuera por un segundo, necesitaba volver realidad la sensación que me ronda hace semanas.

Quizás era la falta de aire o el excesivo olor a sueño que tiene mi frazada verde. Quién sabe, pero finalmente logré embriagarme lo suficiente para poder desconectarme de todo. La oscuridad, la culpa, la vergüenza, el aburrimiento. Bah! Qué importa todo cuando puedes esconderte y desmaterializarte al mismo tiempo. A los 10 creo que simplemente dejé de ser materia. A los 12 viajé por el espacio sideral y me vi calva, desnuda en una jungla de cemento diciendo – Señora sociedad, déjeme ser alguien, por favor- a los 13 me caí como saco de papas encima de la frazada verde y me aplasté a mi misma. A los 14 me di cuenta que estaba aplastada, que necesitaba aire. A los 15 me ahogué, pero estiré el brazo y volví a respirar.

A los 16 volví a caer en razón. Estoy adolorida de patadas en las costillas invisibles, me duele todo y no se de qué. Este cloro que me blanquea día a día me está llevando a un desteñido nunca antes visto. Tanto así que se me cayó la costilla que dolía y también algo de la columna vertebral.

Hace un tiempo perdí el control sobre mi invisibilidad. Duraba 15 minutos y volvía, pero ahora, me pierdo, me caigo, y me repito. Me repito como una mala película en un canal de cable viejo. ¿Qué hice, por qué, tengo la culpa de desaparecer tanto? ¿Será ese cloro con el que limpio el baño todos los días que me tiene así? Desde que estoy cesante estoy afanada con la limpieza, en especial la del baño. Hace ya una semana que dejé el cif por poco olor a limpio y decidí usar cloro. Debo confesar que primero me cayó una gota y el dedito chico del pie desapareció. Me dio ataque, pero de risa. –None ta, no ta- ah, tan tonta dios santo. Al día siguiente fue una mancha y me volví adicta. Ya no tenía que cerrar tanto los ojos. Ahora, era realidad.

Hola gente.

Hola

Soy invisibleadicta.

Rewind

domingo, 3 de mayo de 2009 en 20:45

Puse la máquina en play y la cinta comenzó a retroceder. Primero muy lento, luego agarró vuelo y aceleró. La cinta pasa a velocidad luz por los recuerdos hasta llegar a un punto de detención. Pongo play y la verdad empieza a escurrir como mermelada, esa que boto siempre en el mantel, esa que se sale por todos lados y no se queda en el pan. Hay cambios, sí que los hay. Hay emociones distintas, sí. Definitivamente. Pero hay un escozor que se mantiene, una vibra, ese “algo” que ha rondado según los años fueron pasando. Ese algo que me hace retroceder cada vez que puedo y me hace sentir como si tuviera 15. No soy una pendeja clásica, no me condoreo cada vez que puedo (bueno, a veces), ni me siguen gustando los Backstreet Boys secretamente. Más bien sigo saltando-cuando nadie me ve- en mi pieza con la música a todo volumen en ropa interior (la poca ropa no lo hacía antes, ahora pienso que podría tener un vecino sexy que me cuartea, pero eso, tampoco sería tan sexy), como manjar detrás del refrigerador a escondidas, no reconozco que fumo delante de mi mamá. Aún creo que Buffy es la mejor serie de todas, pese a que note claramente que es bastante mala y SMG es una pésima actriz que se mueve entre unas tres a cuatro poses durante los 7 años que duró la serie. Veo Friends sagradamente cada vez que puedo y sigo creyendo q la tevé abierta es una mierda. Me gusta escribir, pero lo hago mucho menos seguido que a los 15. Aprendí a ser más metafórica de lo normal sólo para que mi mamá no notara que tenía pensamientos apocalípticos y sucios. Mi mejor amiga es la misma y planeo que lo sea durante los próximos 15 años que vienen y más. Ya no creo tanto en la magia del cine y cada vez veo menos películas, lo audiovisual se está alejando de mi vida después de tantos años.

Claramente he vuelto a algunos hábitos de aquel entonces. Dejo la cinta en pause, las frutillas y las peras parecen haberse vuelto a combinar.

Bienvenidos.